Entre nuestros numerosos lectores, los más jóvenes probablemente no conocerán la identidad de la morena rodeada por el improbable rapetero de la foto de al lado. Por lo tanto, es a ellos a quienes nos dirigimos en primer lugar. La que parece correr con una pelota en la mano se llamaba Marie Laforêt. Fue cantante y autora de numerosos éxitos en los años 60 y 70 (Mon amour, mon ami, Il a neigé sur Yesterday, Viens, viens...). También se la vio en las películas de René Clément, Henri Verneuil y Michel Deville, donde destacó. Marie Laforêt, que nos dejó el 2 de noviembre de 2019, era una mujer divertida e inteligente. También amaba apasionadamente el rugby, algo que no era común entre las mujeres de la época. Hay que decir que nació Maïtena Douménach en Soulac-sur-Mer, un pueblo de la península del Médoc, a un paso de Bègles, La Teste o Salles, que siempre tenía equipos de hombres terribles. Se convertiría en la madrina de la Voulte, campeona de Francia en 1970, y no perdió la oportunidad de volver a sus raíces aquitanas y al deporte que la hacía tan feliz.
Así, en 1982 aceptó la propuesta de Christian Gion (cuarto a la izquierda en la foto) para aparecer en su siguiente película, Les diplômés du dernier rang. ¿Por qué aceptó? En primer lugar, porque Gion es un amigo mío, y también un antiguo jugador de tercera fila de Lourdes, del que fue presidente entre 1996 y 1998. En segundo lugar, porque la película evoca este juego en la persona de Patrick Bruel, que interpreta a un estudiante de rugby de la PUC que intenta reformarse del servicio militar. Y, por último, porque tiene la oportunidad de debatir sobre el maul penetrante con Walter Spanghero, antiguo capitán de la selección francesa, que se interpreta a sí mismo (aquí, a su derecha, con el puciste Yann Le Doré a su lado). Por ello, Marie se apresuró a promocionar la película en el campo del estadio Pershing de Vincennes en la primavera de 1982. Les diplômés nunca llegó a la portada de Cahiers du cinéma. Por otro lado, Nanarland, el blog de las malas películas simpáticas, sigue teniéndolo en alta estima.
Bruno Garay